El rodaje de "Carnívoros" comenzó en febrero de 2013, llevándonos a un singular escenario en un pintoresco pueblo llamado Turballos. Este entorno rural, con su atmósfera inquietante y paisajes desolados, se convirtió en el telón de fondo ideal para captar la esencia de una trama que combina lo grotesco y lo surrealista. A lo largo del proceso, se presentaron múltiples retos que pusieron a prueba la creatividad del equipo, pero la pasión por el proyecto se mantuvo intacta. Cada miembro del equipo se sintió entusiasmado por la oportunidad de dar vida a escenas impactantes, empleando recursos limitados que desafiaban la imaginación y fomentaban la innovación.
En la primera escena, un personaje experimenta un acto de auto-satisfacción dentro de una furgoneta, culminando en una situación exagerada y desagradable. Para lograr este efecto provocador, se diseñó un pene protésico ingeniosamente elaborado que permitía bombear leche a través de un complejo sistema de tuberías. Aunque esta secuencia solo duró unos segundos, el esfuerzo del día de rodaje fue considerable; cada aspecto fue meticulosamente planeado, reflejando la dedicación del equipo al detalle y su audacia en la elección de temas poco convencionales.
Posteriormente, el rodaje se trasladó a una casa de campo en las afueras de Alicante, donde se filmaron varias escenas impactantes que desafían el sentido del horror. Uno de los momentos más memorables fue la escena del feto, en la que una niña malvada arranca el feto de la barriga de una mujer embarazada, generando una mezcla de asombro y repulsión. Para esta representación, diseñé una escultura del feto y lo creé en espuma de látex, asegurando que la apariencia fuera lo más realista y perturbadora posible, lo que contribuyó a la atmósfera escalofriante de la película.
En la creación de la escena que representa a un feto, se llevó a cabo un meticuloso proceso de diseño de prótesis y efectos especiales en látex. Esta etapa buscaba no solo innovar en la técnica, sino también evocar una reacción emocional intensa en la audiencia. El uso de látex permite una flexibilidad y realismo que son esenciales para lograr un efecto visceral, ya que este material se asemeja a la textura de la piel humana, aportando a la veracidad del feto representado.
Para la escultura del feto, se emplearon moldes personalizados que garantizaban que cada detalle, hasta lograr la forma del cuerpo, para que fuera capturado con precisión. Esto requería un enfoque cuidadoso y una atención extrema al detalle, asegurando que cada prototipo se alineara con la visión artística de la película. Además, se consideraron técnicas de pintura especializadas para simular el tono de la piel y las características biológicas, proporcionando una imagen perturbadora pero realista.
El proceso también incluyó la realización de pruebas de efectos especiales para comprobar cómo la prótesis interactuaría bajo la luz del sol y en diferentes condiciones de filmación. Esto fue crucial para garantizar que la ilusión se mantuviera, incluso en tomas con ángulos difíciles o en secuencias de movimiento rápido. Las pruebas aseguraron que el feto pudiera ser retratado de manera impactante sin comprometer la seguridad de los actores o del equipo de producción durante la filmación.
La "Competición de devorar intestinos" se presenta como una audaz exploración en el ámbito visual y material, donde la grotesca esencia de las criaturas cobra vida a través de una minuciosa selección de elementos. Utilizando una variedad de prótesis de látex de alta calidad, se logra recrear una estética visceral que no solo impresiona, sino que también provoca una reflexión inquietante sobre nuestras propias ansiedades y temores.
Continuando con la locura creativa, elaboré tres engendros que aparecieron dentro del corral de una granja, criaturas grotescas que simbolizaban los miedos y ansiedades de la sociedad contemporánea. Estas criaturas fueron caracterizadas utilizando prótesis de látex muy económicas, logrando un diseño distintivo que capturó la atención del público y elevó la atmósfera surrealista de la película. Otra escena notable fue la competición de devorar intestinos, en la que las tripas, elaboradas con gelatina y glicerina, proporcionaron un efecto impactante y una sensación visceral que hizo que el público experimentara una respuesta emocional intensa. Esta secuencia se diseñó para maravillar y perturbar en igual medida, enfatizando la naturaleza cruda y a menudo inquietante del ser humano.
El rodaje no terminó ahí, pues regresamos a Turballos para capturar momentos aún más oscuros y perturbadores. En una de las escenas más impactantes, una mujer demacrada es testigo de un castigo extremo. Un hombre es colgado de un árbol y se le arranca el pene con tijeras, un acto que representa los extremos a los que puede llegar la violencia humana. Este tipo de narrativas extremas, aunque difíciles de asimilar, envuelven al espectador en una atmósfera de horror que desafía los límites del cine convencional, haciendo que se cuestionen sus propias referencias morales y culturales incluso aunque se representen con tanto humor negro de por medio.
Finalmente, se rodó una escena de crucifixión en un contexto de Procesión, donde se llevaron a cabo numerosas modificaciones en el cuerpo del hombre para darle un aspecto auténtico y representativo de una figura crucificada. Este diseño de efectos lo hice prestando atención meticulosa a cada detalle, asegurando que el resultado fuera visualmente impactante y profundamente simbólico. La escena no solo sirve como un punto culminante visualmente impactante, sino también como un vehículo que transporta al espectador a reflexionar sobre temas de sacrificio, redención y sufrimiento, resonando con los temas más amplios del filme.
En resumen, "Carnívoros" fue un rodaje que, a pesar de contar con muy pocos recursos, resultó ser una de las experiencias más gratificantes y memorables que recuerdo. El ambiente vivido durante la filmación era muy similar al de las producciones de Troma, caracterizándose por un enfoque creativo desenfadado y un estilo comprometido con lo inusual. Estas experiencias únicas, llenas de desafíos, reafirmaron mi pasión por el cine y me recordaron la importancia de la colaboración y la innovación en cada proyecto, así como la forma en que el arte puede servir como un espejo de la sociedad y sus complejidades. Cada momento en el set fue un recordatorio de que crear algo original y provocador es posible, incluso en las circunstancias más adversas.
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