En ese mismo rodaje, diseñé prótesis complejas que incorporaban trucajes para simular una secuencia inquietante en la que la protagonista se extrae sangre con una jeringuilla. Este proceso demandó una atención meticulosa a cada uno de los pasos, comenzando desde la concepción inicial hasta la ejecución final. La elaboración incluía la creación de un molde específico que garantizara la precisión y el realismo en la representación de la herida. A medida que se desarrollaba la escena, la tensión crecía no solo en el set, sino también en la audiencia, y el resultado final trascendió las expectativas; no solo fue impactante, sino que se convirtió en un elemento esencial y significativo para la narrativa de la película. Cada uno de los detalles, desde la textura hasta el color de la sangre falsa, trabajó en conjunto para reforzar la atmósfera inquietante que buscábamos crear, logrando cautivar al espectador en un nivel emocional profundo y provocando reacciones genuinas.
El siguiente rodaje tuvo lugar en un chalet apartado cerca del aeródromo de Mutxamel, un entorno que aportó un aire inquietante y aislado, ideal para las escenas que debíamos filmar. Allí, apliqué varios viales en el cuerpo de un actor anciano, simulando agujas clavadas, un reto que requería tanto habilidad como creatividad. La elección de los viales y su disposición no fue arbitraria; cada uno se colocó estratégicamente para maximizar el impacto visual y emocional. Durante la preparación, una anécdota curiosa pero desagradable ocurrió cuando el actor, debido al tiempo que tomó el maquillaje, comenzó a sentir una necesidad urgente de orinar. A causa del meticuloso proceso de maquillaje, se vio obligado a usar una bolsa, lo que, aunque resultó en un pequeño desastre en el set, se convirtió en una lección invaluable sobre la importancia de la planificación temporal y la comprensión de las necesidades de los actores dentro del contexto de producción. Este tipo de imprevistos son comunes en el mundo del cine y suelen ser una fuente de aprendizaje constante para todos los involucrados.
La escena más memorable de mi trayectoria fue, sin duda, la famosa extracción ocular que se presenta en el tráiler de la película. Para realizar esta impactante escena, hice un molde preciso de la cara del actor y, posteriormente, creé una réplica en silicona que resaltaba hasta los más mínimos detalles faciales. Además, desarrollé un ojo de silicona que permitió que la aguja de la jeringuilla se clavara sin dificultad, generando una de las imágenes más impactantes y recordadas de la película. La reacción del público ante esta escena fue un claro indicativo de cómo los efectos especiales pueden influir en el impacto emocional del cine, estableciendo un vínculo directo entre la creatividad y la percepción del espectador, y a menudo determinando el éxito o el fracaso de una película en el panorama cinematográfico.
Finalmente, trabajé en un efecto de mordisco brutal en la pierna de uno de los personajes, donde se le arrancaba la piel de manera cruda y visceral. Para realizar esta escena, diseñé una pierna de silicona hiperrealista con trucajes incorporados que simulaban la sangre, asegurando que los efectos fueran tridimensionales y creíbles. Esta experiencia no solo fue una prueba de mis habilidades técnicas, sino que también me permitió explorar la narrativa visual y cómo los efectos especiales pueden intensificar la tensión y el drama en el cine. En conjunto, el rodaje de"Berenice, préstame tu sangre" fue una experiencia rica y emocionante que conservo con nostalgia, repleta de aprendizajes y recuerdos inolvidables que han dejado una huella indeleble en mi carrera y en mi enfoque hacia la creación cinematográfica.
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