Assassins Creed es un ambicioso proyecto que inicié a mediados del año 2014, un tiempo en el que la franquicia estaba en pleno apogeo y su popularidad alcanzaba nuevas alturas. Me encargaron una tarea particularmente desafiante: crear el impactante degollamiento de uno de los personajes clave de la historia. Para lograr este efecto tan visceral y convincente, desarrollé una prótesis de silicona altamente realista que albergaba un ingenioso sistema de trucaje diseñado para bombear sangre de manera controlada.
Este proceso no solo requería habilidades técnicas, sino también una profunda comprensión de la narrativa y cómo las escenas de acción impactan emocionalmente al espectador. Además, asumí la responsabilidad de la caracterización del protagonista, un trabajo que me apasionaba profundamente, ya que añadí cicatrices meticulosamente elaboradas en su rostro utilizando maquillaje especial, lo que no solo realzaba su carácter heroico, sino que también contaba una historia en sí misma, reflejando las luchas y el pasado oscuro del personaje.
El rodaje se llevó a cabo en un estudio ubicado en el pintoresco pueblo alicantino de Banyeres de Mariola, donde el uso de croma verde nos brindaba la oportunidad de crear mundos imaginarios. Este entorno ofrecía no solo un set de rodaje hermoso, sino también la atmósfera perfecta para sumergirnos en el mundo de Assassins Creed.
Al día siguiente, nos trasladamos al vibrante puerto de Alicante, donde las vistas del mar Mediterráneo se convertían en el telón de fondo de la historia, añadiendo un aire de aventura y emoción a las secuencias grabadas.
Desgraciadamente, el proyecto fue cancelado abruptamente en la misma semana en que rodamos las primeras secuencias, una decisión que nos tomó a todos por sorpresa y que fue motivada por la falta de presupuesto y recursos.
A pesar de la decepción, la experiencia adquirida durante ese tiempo se convirtió en un valioso aprendizaje para futuros proyectos, y la pasión por contar historias a través del cine nunca dejó de arder dentro de mí. En el proceso de desarrollar el efecto de degollamiento, cada detalle se volvió crucial. Investigué diferentes métodos utilizados en la cinematografía, analizando cómo los directores y efectos especiales han logrado captar la atención del público con escenas de alto impacto.
Estudié obras maestras del cine de acción y terror, desde clásicos hasta producciones recientes, entendiendo la importancia de la iluminación, el sonido y el timing para maximizar el impacto emocional de dicha escena.
Esta dedicación al detalle no solo me ayudó a crear un efecto que se sintió real y visceral, sino que también fomentó un ambiente colaborativo entre nuestro talentoso equipo, donde cada miembro aportó su visión y habilidades únicas al proyecto.
La cancelación repentina del proyecto fue un duro golpe, pero a medida que pasaron los días, comenzamos a organizarnos y a compartir nuestros propios relatos y experiencias sobre lo que habíamos aprendido. Muchos de nosotros, impulsados por el mismo deseo de contar historias, nos unimos en la búsqueda de nuevos proyectos.
Así, esa chispa de creatividad que había encendido el fuego en nuestro trabajo empezó a manifestarse en nuevas ideas y colaboraciones, demostrándonos que, aunque un sueño puede desvanecerse, el arte y la pasión por crearlo siempre encuentran una manera de resurgir.
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